lunes, 20 de octubre de 2008

QUEJIGOS HERIDOS POR RAYO









Quejigos heridos por el rayo
La muerte nos acecha en todos los rincones del mundo.
También los árboles mueren. Los hombres, con las nuevas sierras, en cinco minutos tumban a un gigante en la tierra. No tienen corazón para sentir sus latidos o ver la sabia, que corre por sus venos. Un día un asesino prende fuego y miles de árboles son calcinados. Los hombres no entiende que allí esta vida y siembran la muerte. En Navalayegua muchos murieron en manos del hombre para hacer palas u horcas con las que aventaban las eras de cebada, trigo o centeno.
Estos quejigos que vemos en pantalla fueron mimados por el hombre, que en principio era su gran enemigo, pero no murieron en sus manos. Un día las nubes y las tormentas, escupiendo rayos, se posaron encima de la Calabaza Baja y miles de culebrinas de fuego cayeron sobre ellos. A unos los secó. Otros siguen aún viviendo, aunque los dejó heridos de muerte. ¡Es admirable cómo se aferran a la vida! Son tan fuertes y duros, que soportan los vendavales, las sequías, y el acoso de los animales. Cuando me acerco a ellos, les tengo compasión..¡Han quedado tan tarados!