jueves, 16 de octubre de 2008

ENCINA DE LA BEATA






ENCINA DE LA BEATA.
Posiblemente sea la encina más antigua de Valdepeñas, juntamente con otra muy vieja que existe en Navalayegua, en la parte baja del barranco donde se encontraba el actual cortijo derruido. Se ha conservado porque daba sombra a un antiguo corralón, que tenían los ganaderos. No se ve su envergadura, ya que se pierde en el paisaje.
A esta encina milenaria, hice este canto. A su sombra se cobijaron todos los guerreros, que pasaron por aquí para la conquista de Alcalá la Real. Por aquí pasaba el camino real.

Encina, hermosa y beata encina, la madre de todos los encinares.
Eres vieja como un ibero y verde, coqueta y escultural como una novia.
Seis metros de cintura, cincuenta metros de copa y 30 metros buscando el cielo. Qué hermoso es tu talle y tu cintura. Qué bellos son tu cuerpo, y tus brazos movidos por el viento. Tus hojas blancas como el nácar, brillan al sol de la tarde como un lucero del alba. No pareces tan grande, anclada en el amplio horizonte de la Nava Luenga.
Oíste a su paso a los moros y a los cristianos.
Conoces muchas historias, ya que viste pasar muchos personajes, que se cobijaron en ti.
Te acuerdas del Condestable de Castilla. Si, lo recuerdo. Venía montado en un caballo blanco vayo, muy ricamente ajaizado, un jubón de terciopelo pardillo e un sayo pardillo e una capa e un capirote morisco dell mismo color...e una cadena de oro de muchas bueltas al pescuezo.
A mi sombra se sentó acompañado de su amigo el rey Enrique. Charlaron de guerras, de moros, de osos, de la larga caminata hacia Jaén. Era cuaresma y comieron muchos pescados frescos, empanados y en pipotes, finos y diversos vinos. Hermosa y beata encina. Sigue firme y plantada, al menos durante otro milenio. Yo podré cantar tus hazañas futuras. Tu quedarán firme y clavada en la tierra, en las noches estrelladas, iluminada por la luna que quiere besar tus copas.