PEQUEÑA HISTORIA DE UN PASTOR Y SUS OBEJAS
Fui a dar un paseo y me encontré con Quisco (alias
el grajo). Sin apellidos, todo el pueblo lo conoce. Quisco es un pastor sabio,
con más doctorados en lo suyo, que los científicos de Harvard. Todas las mañanas,
con su callado (él la llama gancha), saca su ovejas a los verdes prados del
Castellón. Este año, con tanta agua, un verde manto se extiende como una
alfombra verde por todos los senderos de la sierra. En él pacen sus ovejas. A
sus ochenta y cuatro años sus hijos preferían que se quedara sentado al calor
del fogón de la casa. Él prefiere salir al campo, tomar el aire de la mañana y
el sol de la tarde. Oír los cencerros de su rebaño. Prefiere el sol que le da
en la frente, la brisa de la tarde que besa sus huesos, le da la vida. De reuma
y artrosis está tan mal como yo. Una perra lanuda, de nombre Macarena, siempre
lo acompaña. Son sus manos y sus pies. Cuando una oveja se desmanda, o se aleja de la manada, le dice a su perra
“vuélvela” y se lanza como una saeta, y la rebelde se pone en orden. No sabía que los perros eran
tan listos. Los pastores tienen una sabiduría milenaria. Jesucristo dijo “yo
soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por sus ovejas..(Jo, 10, 14).
Francisco es el buen pastor que guía a sus ovejas, las conoce por su nombre, y
renqueando va delante de ellas, siempre acompañado por Macarena. Gracias a una selección que ha ido haciendo
con los años, la mayoría de ellas paren dos corderos bellísimos como se pueden
ver en la foto.¡Que sigas muchos años recorriendo las verdes praderas del Castellón!